Empieza a multar en septiembre y no se podrán pasar los 50km por hora.
El nuevo radar robótico instalado por la Dirección General de Tráfico (DGT) en la carretera CV-905 de Torrevieja está generando un gran revuelo entre los conductores locales. Aunque aún no ha entrado en funcionamiento, se espera que este dispositivo comience a emitir multas a partir de mediados de septiembre. A diferencia de los radares tradicionales, este radar tiene un diseño robótico innovador que lo distingue claramente de las habituales cabinas grises camufladas en otras vías de la Vega Baja.
El nuevo radar robótico se encuentra específicamente en el kilómetro 7 (7+050) de la CV-905, entre las urbanizaciones de La Siesta y San Luis, una ubicación estratégica por ser una de las principales rutas de acceso a Torrevieja junto con la N-332. Este tramo de carretera registra un tráfico diario de aproximadamente 30,000 vehículos, lo que justifica la instalación del radar para mejorar la seguridad vial. La DGT ha informado que este dispositivo es un radar fijo bidireccional, programado para detectar y sancionar a aquellos vehículos que excedan los 50 kilómetros por hora, con carteles de preaviso ya colocados en los puntos kilométricos 6,550 y 7,670.
El nuevo radar robótico no solo estará operativo en Torrevieja, sino que también se instalarán dispositivos similares en otras localidades, como San Vicente del Raspeig. Estos radares serán calibrados y certificados en la primera quincena de septiembre para comenzar a funcionar a finales del mismo mes. Según la Subdirección de Movilidad de la DGT, en el tramo comprendido entre los kilómetros 6,5 y 8,5 de la CV-905 se han registrado 47 accidentes en los últimos cinco años, incluyendo 3 heridos graves y 26 heridos leves. La limitación de velocidad a 50 kilómetros por hora, vigente desde 2018, busca reducir estos accidentes y minimizar la contaminación acústica en una zona con numerosas rotondas y pasos de peatones.
El nuevo radar robótico incorpora tecnología avanzada para cumplir su propósito. Está alimentado por energía fotovoltaica, cuenta con una cabina antivandálica elevada y dispone de un sistema de video vigilancia para mayor seguridad. Utiliza el efecto Doppler para medir la velocidad de los vehículos mediante una señal de microondas que, al rebotar en los mismos, permite calcular su velocidad exacta. Esta información es transmitida a un equipo fotográfico que identifica las matrículas de los infractores y toma imágenes panorámicas del entorno.
El coste de cada radar asciende a aproximadamente 45.000 euros, con un mantenimiento anual estimado en 6.500 euros.
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